Cuentoterapia en la escuela
¿Qué es "El círculo de cuentos"?
Desde siempre el ser humano se ha sentado alrededor del fuego a compartir su día a día: emociones, conflictos, preocupaciones, alegrías…
A mí me gusta decir que el círculo de cuentos es eso, un espacio seguro para compartir la vida. Un lugar para la gestión emocional y el crecimiento personal de niños y de adultos.
La estructura del círculo de cuentos es la siguiente:
Nos colocamos en círculo todos los que vamos a compartir la experiencia.
Les pregunto a los niños como están, cómo se sienten y qué esperan del círculo de cuentos de hoy.
En función de lo que dicen suelo elegir un cuento o bien llevo uno preparado por algún tema que me interese trabajar con el grupo. Leo el cuento. Una cosa importante es que no debemos explicar la moraleja, porque un cuento tiene muchísimas posibilidades y podemos condicionar el aprendizaje del niño. La moraleja que tú ves, es la tuya y los niños son una fuente de sabiduría, dejemos que se expresen. A lo mejor hay que cambiar la idea de que sólo el niño es el que aprende y sana a través del cuento, igual el que lo cuenta tiene mucho que aprender si se escucha a sí mismo mientras lo va contando, y escucha lo que cada niño tiene que compartir.
Después de la lectura, se abre el momento de expresar y compartir. El círculo es un espacio seguro, donde los niños expresan y comparten con libertad cómo se sienten, lo que piensan y lo que necesitan sin miedo a ser juzgados. Es muy fácil para el niño hablar de lo que siente, de lo que le ocurre, de sus conflictos emocionales del día a día a través de los personajes del cuento y de los hechos que acontecen.
Para cerrar el círculo, cada uno expresa en una o pocas palabras cómo se siente y qué se lleva “aprendido” o “para reflexionar” del círculo de cuentos.
El círculo de cuentos en la escuela: los beneficios de implantarlo de forma sistemática.
Los cuentos son una herramienta muy potente no sólo para desarrollar la imaginación sino también para expresar emociones, conflictos y conocernos a nivel interno y en la escuela no sólo podemos oírlos y fantasearlos sino también representarlos y profundizar en sus matices.
Cuando leo un cuento a niños o adultos les pasa exactamente lo mismo. Después del “Érase una vez…” o “En un lugar muy muy lejano...” todos nos trasladamos al mundo de los cuentos donde habitan personajes buenos y malos, emociones consideradas socialmente positivas y las negativas, todas ellas necesarias porque nos ayudan a proyectar los que nos sucede a nosotros. Es una necesidad vital recuperar en nuestro interior la legitimidad de las emociones.
Por un pasteleo moral, muchos cuentos se han dulcificado, han eliminado o enmascarado las emociones consideradas socialmente como negativas, los personajes malos y sobretodo los castigos a estos personajes, que son tan necesarios. Se ha destrozado el lenguaje simbólico, pero es mucho peor el hecho de que se ve afectado la seguridad interna del niño al no tener la maldad un castigo acorde. Algunos cuentos igual no son “políticamente correctos”, pero si son “auténticamente correctos”.
Los cuentos son una poderosa herramienta y cobra su magia, su efectividad cuando alguien te lo cuenta a tu lado: una madre, un padre, los abuelos, los maestros. Es el amor, la vibración de la voz que sale del corazón la que lleva al niño que escucha a ese mundo maravilloso donde conecta consigo mismo y sana. Vivimos en un mundo de prisas, la gente suele trabajar con prisa para rendir más, andar con prisa para llegar antes, van al gimnasio con prisa, muchas veces me pregunto si duermen con prisa para dormir más. Pero hay algo que me preocupa mucho más y es el uso masivo e inconsciente de la tecnología. Crear un espacio para compartir un cuento y ver al niño como se emociona, como cambia sus gestos, su expresión corporal, escuchar lo que siente, lo que le dice el cuento, compartir con él cómo te has sentido, lo que te ha dicho el cuento. El momento de contar un cuento es un momento de afecto, de amor, que ningún libro impreso, ni la televisión, ni Internet, ni las películas por sí mismas pueden sustituir. Los cuentos no están hechos para ayudar a los niños a dormir, sino para ayudarlos a despertar. Seas niño o adulto, da igual el conflicto que estés viviendo, lo que sana sea lo que sea que te ocurra, es el amor. Amar es estar presente. Una manera de hacerlo es crear un espacio para contar cuentos.
Esta es la razón por la que he llevado el círculo de cuentos a mi vida, a mi escuela, y al mundo que me rodea.
¿CÓMO SE IMPLANTA EN UN AULA?
Se puede trabajar en todas las etapas educativas. Sesiones semanales o quincenales de una hora o una hora y media.
Puede estar programado en un proyecto. En mi cole se llama "¡Qué no se apague la llama".
Si quieres más información, no dudes en ponerte en contacto.